Presentación realizada por Rafael Cordera Campos, Secretario General de la Unión de Universidades de América Latina y el Caribe (UDUAL), en la reunión de responsables de Redes Latinoamericanas de Educación Superior que, organizada por VIRTUAL EDUCA, tuvo lugar en la Universidade do Vale do Paraíba (UNIVAP), São José dos Campos - São Paulo (Brasil), con motivo del IV Encontro Virtual Educa Brasil, abril de 2006.

 

Educación y globalización

El uso de los términos “internacionalización”, “globalización” o “mundialización” ha dado lugar a un amplio debate que trasciende el ámbito académico. Mientras unos piensan que ellos son sinónimos, los otros subrayan diferencias significativas acerca del mundo contemporáneo.

Como sea, todas las interpretaciones coinciden en un punto: la revolución científica y tecnológica ha transformado a la sociedad en un grado y profundidad insospechada. En general, hay una extensa preocupación por los aspectos económicos, financieros o, incluso, por las corrientes migratorias en nuestro continente, pero no hay una reflexión suficiente respecto a la educación y, en especial, a la universidad como factor clave en cualquier proceso de modernización, lo cual me parece indispensable.

Pues bien, aceptando que el conocimiento de esa nueva realidad depende de la construcción de categorías adecuadas, es verdad también que reuniones como ésta nos aproximan a dicho objetivo.

En breve:  me parece un ejercicio útil revisar algunos de los temas que en materia de educación nos preocupan en el mundo iberoamericano, tomando en cuenta los planteamientos que ya se han hecho por parte de otros amigos y   colegas, seguro de que este intercambio nos retroalimenta a todos.

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Como simples ciudadanos cada vez somos más conscientes de que vivimos sobre un mundo que se ha globalizado: el fenómeno toca ya todos los aspectos de la vida social, la economía en primer término. Como nunca, los procesos culturales educativos trascienden las fronteras y, apenas sin sentirlo, se “globaliza” también nuestra percepción del mundo. Las nuevas tecnologías y su aplicación al desarrollo de la producción, las finanzas y los servicios, entre otras áreas, han impuesto  un ritmo de vértigo a los asuntos humanos. En pocos segundos nos enlazamos con países remotos, hablamos e investigamos de un lado al otro del planeta. Tenemos herramientas que nos permiten ver, escuchar y leer en tiempo real lo que se hace, dice o escribe en cualquier parte del planeta. Incluso la medicina se vale de ellas para mejorar la calidad de los servicios que los profesionales imparten en cualquier lugar, por aislado que parezca. Lo mismo ocurre en otros campos científicos o humanísticos, cuya disponibilidad favorece a su vez la investigación. La navegación en el ciberespacio pone a nuestro alcance informaciones y conocimientos que en otras épocas tardaban años en difundirse. Estamos, pues, ante una auténtica revolución del conocimiento, incomparablemente mayor y más profunda que otras ocurridas en la historia.

Aunque éstos cambios son positivos y  ya se hacen sentir  incluso en la vida diaria, sin embargo, aún desconocemos a ciencia cierta hacia dónde nos llevará ésta revolución en marcha y cómo transformará a las sociedades y sus paradigmas. Es como si nos hubiéramos subido a un tren en movimiento sin tener idea de cuál es el destino final. En este campo es mucho lo que aún debemos estudiar.
 
  Por eso mismo, en términos de la educación es importante reconocer el significado de las nuevas tecnologías, pero cada vez es más necesario, preguntarnos por la naturaleza de los valores que las sociedades desean mantener, reproducir o cambiar. En otras palabras, si reconocemos el hecho de la globalización como un dato objetivo de la realidad, la pregunta acerca de cómo transformarnos para convivir con ella, pasa obligatoriamente por la reflexión serena y profunda sobre qué esperamos de la educación hoy día:   ¿Educación para toda la vida, capacitación para el trabajo, educación permanente, y así un largo etcétera? Son preguntas que hoy se nos plantean bajo la  óptica de ese cambio global que nos condiciona y afecta en todos los órdenes de la vida.

Sin embargo, aunque la velocidad con que se han producido  tales cambios no nos ha permitido responder cabalmente dichas preguntas, ahora, por lo menos, tenemos conciencia de su importancia. De ahí la  urgencia de estar atentos para  conocer y comprender mejor  un proceso que parece no tener limites.

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Sin ánimo de profundizar en el concepto globalización, me parece muy útil asumir como punto de partida la siguiente reflexión de Manuel Castells que la describe asi: “En sentido estricto, (la globalización) es el proceso resultante de la capacidad de ciertas actividades de funcionar como unidad en tiempo real a escala planetaria. Es un fenómeno nuevo, por lo que solo en las dos ultimas décadas del siglo XX se ha constituido un sistema tecnológico de sistemas de formación, telecomunicaciones y transporte que ha articulado todo el planeta en una red de flujos en los que contra fluyen las funciones y unidades de todos los ámbitos de la actividad humana...  La economía global –nos sigue diciendo Castells- incluye en su núcleo fundamental, la globalización de los mercados financieros, cuyo comportamiento determina los movimientos de capital, las monedas, el crédito y por lo tanto las economías de todos los países... La globalización de la economía también incluye la importancia creciente del comercio internacional en el crecimiento económico, el aumento considerable de la inversión extranjera directa, la globalización de una parte esencial de la producción de bienes y servicios en torno a empresas multinacionales y a sus redes auxiliares, la  interpenetración internacional de mercados y bienes y servicios, la formación de un mercado global de trabajadores de especial cualificaciòn (de los ingenieros de software a los futbolistas) y la importancia de las migraciones internacionales de mano de obra desplazada por la crisis económicas hacia zonas con mayores oportunidades de empleo y progreso”.

Junto a ello, como hemos dicho antes, también somos testigos de la globalización de las tecnologías, la información y la comunicación (multimedia e internet). Y, a la vez, observamos la globalización del llamado crimen organizado  y la enfermedad. Como individuos y sociedades, nos intimidan nuevas amenazas a escala planetaria y éste, al parecer, es sólo  el comienzo.

En contraposición a la idea de que la globalización  es un fenómeno uniforme, indeterminado, con repercusiones idénticas en realidades distintas, cabe señalar que el modo cómo éstas se incluyen en la globalización también repercute sobre su futuro, sobre los ritmos y los costos que el cambio trae consigo. A este respecto, David Ibarra, un prestigiado economista mexicano, ha hecho el siguiente resumen: “Los países en desarrollo se han amoldado a las nuevas reglas universales con distinta fortuna y pagando precios también distintos. La preponderancia de Estados Unidos ha llevado a implantar cuanto antes el nuevo orden unipolar. Pero la evolución del mundo no se ha detenido ahí. Europa de un lado Y la Asia emergente rivalizan en distinto grado con Estados Unidos y, paradójicamente, el motor de la globalización parece favorecer la vuelta a un mundo multipolar que apenas se perfila” (David Ibarra pp. 7). El mito de que la globalización crea paises a imagen y semejanza de los más desarrollados tropieza con los hechos objetivos, pues, como dice Ibarra, “la globalización no ha traído consigo, ayer ni hoy, convergencia en escala mundial, aunque registre casos de países afortunados que han ingresado al exclusivo club del primer mundo. Más aun en los últimos años muchas naciones reconocen rezagos no solo relativos si no absolutos en sus niveles de ingreso, como ocurre con la Unión Soviética. De mismo modo la historia recoge la decadencia de naciones dominantes y el surgimiento de nuevos lideres” (Ibarra pp.9). “Sea como sea, prosigue Ibarra, la globalización empuja la alteración de las participaciones de los países en la actividad económica mundial, al punto de perfilar nuevos centros de producción, comercio y finanzas en procesos de adquirir peso intencional importante, en tanto que otras regiones quedan gradualmente desplazadas de las fuentes de ingreso mas dinámicas y prometedoras”. (Ibarra pp.12).

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Es en dicho terreno en el que está inscrito, a mi modo de ver, el interés que aquí nos reúne.

Si,  aceptamos que de la producción de conocimientos y de mecanismos o redes de información depende el estar o no en el nuevo mundo globalizado, es un imperativo que los distintos sistema educativos reconozcan explicita y prácticamente la importancia de que las personas, las instituciones (públicas y privadas) y en definitiva los Estado que agrupan a las naciones pongan al dia sus capacidades en el menor tiempo posible.

No obstante, en esta materia, en América Latina y el Caribe nos encontramos ante grandes desafíos que hay que subrayar para poder enfrentarlos. Reconocerlos es lo primero, para después estar en capacidad de hallar las alternativas más positivas y productivas. Una mirada sobre la generalidad de nuestros países arroja un panorama precario, cuando no desolador: Nuestra debilidad tecnológica  es patente y, por consiguiente, carecemos de competitividad para afrontar los desafíos de un mundo cada vez más complejo e interrelacionado. Son conocidas igualmente las dificultades financieras que nos asaltan, convertidas en crisis recurrentes que  echan abajo cualquier posible avance. Vivimos, pues, en un horizonte de necesidades insatisfechas, donde prevalece la desigualdad, la exclusión social como componente estructural del modelo económico. Y por si fuera poco, en las décadas recientes sufrimos la devastación paulatina de las riquezas naturales. El habitat se destruye a ojos vistas, causando problemas que repercutirán en la calidad de la vida humana sobre la tierra. 

 En esas circunstancias, la cuestión de cómo apropiarnos del conocimiento generado por la sociedad global no es fácil de resolver. Al respecto,  Manuel Castells se refiere a nuestra región y señala que si no se sabe o no se puede hacer una adopción exitosa de las condiciones que caracterizan a la era de la información y su proceso de crecimiento, difícilmente se podrá incorporar al conjunto de la población. Subraya también que se requiere de la creación –adopción e invención- de la infraestructura necesaria en materia de desarrollo tecnológico y de la comunicación y en donde se puedan combinar tanto los recursos públicos como también aquellos de origen privado.
  
A todo eso había que agregar el reconocimiento de que es absolutamente indispensable pensar estratégicamente en la formación de recursos humanos. Otra vez, nos volvemos a encontrar con el capital humano que se necesitaría para poder pensar en sacar nuestra región del subdesarrollo. Se requiere, hay que decirlo una vez más, de toda una reforma educativa “La educación es la principal inversión de infraestructura en la era de la información. Pero la reforma educativa no consiste solo en mayor escolarización o en introducir Internet en las escuelas. Pasa sobre todo, por la formación de los formadores, tanto en método pedagógico como en conocimientos especializados y en familiaridad  con las nuevas herramientas tecnológicas.... Implica también una utilización de las nuevas formas de enseñanza virtual que aceleran la formación de los formadores y permiten quemar etapa. No es una política fácil ni rápida, pero es la condición indispensable para la transición de conjunto de la sociedad al informacionismo. La Universidad no conducen a nada si no trabaja con material humano que ha sido educado convenientemente en los niveles primario y secundario... es necesario reforzar centros de excelencia universitarios, nacionales o de ámbito latinoamericano, que hagan de locomotoras científicas y tecnológicas en relación con el conjunto del sistema”.

La globalización de las economías y la internacionalización educativa están reflejando cada vez más la mundialización del aprendizaje y de la investigación. Las integraciones internacionales, regionales y mundiales son a la vez las grandes avenidas que hoy en día se recorren gracias a las nuevas tecnologías y  las súper carreteras de la información. La internacionalización de la educación superior es un tema que ha dejado de ser hipotético entre nosotros. Por ello no es gratuito encontrar opiniones especializadas que plantean la necesidad de reconocer este mundo en construcción como un imperativo real que, entre otras cuestiones, obliga al diseño de nuevas estrategias que sepan enfrentar lo que ya está en curso prácticamente en el mundo entero.

Como dicen Jocelyne Gacel – Ávila: “Si la sociedad global requiere de la formación de una autentica ciudadanía global para su progreso, entonces la educación, verdadera base de la integración regional, internacional y global, debe ser la arena donde se le prepara para el cambio. Por ello la internacionalización educativa, aunque restringida de momento a nivel terciario, en el futuro debe permear en todos los niveles educativos”.

Para el investigador Axel Didriksonn: “… Es posible sostener que entre los cambios que deben ocurrir en el marco institucional y social, resultan cada vez de mayor importancia los que deben realizarse en el perfil y las estructuras de las instituciones de educación superior, como instituciones que hacen posible la producción y transferencia de conocimientos y tecnologías. La reorientación definida de estos cambios ocurre si se logran emprender reformas profundas en instituciones de educación superior, hacia su reconversión como “instituciones puente” que permitan superar los niveles de desarrollo tecnológico de un país”. (Axel Didriksson: la Universidad de la innovación… Pag. 33).

El camino no está exento de dificultades que para su solución exigen un replanteamiento de las prioridades de cada sociedad. Como apunta Didrikson: “… Se requiere, por su puesto, precisar que no solo será pro la vía de la imitación como se podrá conducir a la emergencia de un proceso de aprendizaje social como el que  aquí se plantea, si no también por la formulación de prioridades en el desarrollo de conocimientos estratégicos para el país, y hacer posible su transferencia social de forma multiplicada. Esta parece ser la experiencia de algunos países de nueva inserción mundial, en donde ha operado un proceso simultaneo de imitación e innovación en la ciencia y la tecnología” (pp. 37 La universidad...).

En cualquier caso, para ser útil al desarrollo, la reforma de los sistemas educativos, en especial, la enseñanza universitaria, debe realizarse sin renunciar a su papel social, al ejercicio de sus propios valores críticos. O dicho en otros términos, se requiere asumir el cambio generado por la globalización sin convertir a los centros de enseñanza e investigación básica en meros apéndices instrumentales de los criterios económicos en boga. La modernización de la universidad debe regirse a su vez por un orden de prioridades propias, vinculadas a las necesidades de la comunidad a la cual pertenecen.

En ese amplio y complejo contexto internacional, la escuela en general y, la universidad en particular, además de ser productoras de conocimientos y de investigaciones científicas y culturales, pueden jugar un papel decisivo en dos grandes temas de actualidad: la solidaridad entre individuos, estados y naciones, y la construcción de una ciudadanía moderna y global. De acuerdo con el informe que sobre el estado de la democracia hizo público el PNUD (bajo la coordinación del señor Dante Caputo), en nuestros países, en la mayoría, se ha alcanzado un importante nivel de desarrollo democrático, en la medida en que los gobiernos están siendo resultado de elecciones libres y limpias. Pero –y éste pero es más que importante- el déficit de ese exitoso proceso democratizador radica en una fragilidad real y extendida en lo que tiene que ver con la existencia de la ciudadanía necesaria. La democracia sin ciudadanos, con pobreza extrema y una desigualdad más que extendida, corre en nuestros días y el futuro inmediato, serios peligros.

Vincular educación y desarrollo es la tarea pendiente de nuestros países. No podemos conformarnos con ser meros agentes repetitivos de los que se hace o deja de hacer en los países desarrollados. Justo porque la realidad se ha mundializado, la enseñanza puede convertirse en una palanca impresionante para empujar al crecimiento y la equidad. América Latina y el Caribe tienen en sus universidades la mejor garantía para acceder a la revolución científica y tecnológica sin hipotecar su propio futuro.

La ecuación siempre ha sido una instancia estratégica en la formación cultural y en la adopción del compromiso social tanto de las instituciones como también de los estudiantes, los profesores y los investigadores.

 

 

Referencias bibliográficas.

Gacel-Avila, Jocelyne. La Internacionalización de la Educación superior. Paradigma para la Ciudadanía Global. Universidad de Guadalajara. Guadalajara., 2003

Didriksson, Axel. La universidad de la Innovación. Una estrategia de transformación para la construcción de universidades del futuro. UNAM-CESU-Plaza y Valdez Editores.2005, México

Calderón Fernando (Coordinador). ¿Es sostenible la globalización en América Latina? Debates con Manuel Castells. PNUD (Bolivia)-Fondo de Cultura Económica. Chile, 2003.

Ibarra David. La reconfiguración económica internacional. ECONOMÍAUNAM, Septiembre. Diciembre, 2005. México

 
   
 
 
 
   
   
 
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